A principios de 1937 el Gobierno de la Segunda República Española encarga a Pablo Picasso una inmensa obra que se colocaría en el pabellón español durante Exposición Internacional de ese mismo año en París. No se impuso ningún tema concreto, hecho que, junto a las grandes dimensiones que se pedían, hizo que se retrasase su ejecución. Pronto Picasso encontró el tema para comenzar su gran obra: el bombardeo sobre Guernica de aviones italianos y alemanes contra la sociedad civil. Un ataque injustificado que acabó con la vida de cientos de civiles. Aunque de este acontecimiento puntual surgiera la inspiración, la obra es una crítica general a la guerra y a la barbarie.
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