Bolivia acaba de vivir un golpe de Estado. Un tanto peculiar, pero con todos los ingredientes clásicos: militares en la calle, asalto al palacio de gobierno, un presidente de por medio… Aunque la sombra de que haya sido un autogolpe no se ha disipado, el hecho es que no ha triunfado, pero ha puesto en evidencia la compleja realidad que vive el país. Con la lucha interna en la revolución indígena, una difícil situación económica y el gran descontento entre los ciudadanos. Lo analizamos con Daniel Lozano, corresponsal de EL MUNDO en las Américas