En su visita al Hotel de las Estrellas, el espacio que cada semana abre sus puertas gracias al patrocinio de Futurotel, David Meca volvió a demostrar por qué es uno de los deportistas más singulares que ha dado España. Con su mezcla habitual de humildad, humor y energía, recordó una infancia marcada por el asma, las botas ortopédicas y los hierros en las piernas. “Nunca pensé que la natación me salvaría”, confesó. Empezó a nadar casi obligado, llorando muchas mañanas, pero el agua terminó siendo su refugio, el lugar donde empezó a sentir libertad.