El profesor Ichabod Chrane está preparándose para ir a la fiesta de los Van Tassel. Necesita una montura para el caballo, por lo que acude a casa de los Van Ripper para que le presten una. La señora Van Ripper le ofrece un curioso elixir de bayas: Chrane comienza a sufrir alucinaciones, crecen sus temores y ya no sabe distinguir entre lo real de lo ficticio.
Desde Central Park, en Nueva York, parece que se pueden escuchar los gritos paranoicos de Ichabod Chrane. El parque está oscuro. En sus rincones se esconden historias tan tenebrosas como la que cuenta el propio relato de Washington Irving. Hubo una vez en el que la hierba y el asfalto estuvieron manchados de sangre. En el que los extraños paseantes nocturnos buscaban algo más que la calma y el aire puro de Central Park.
La niebla, ese silencio nocturno en el que cualquier mínimo ruido es motivo de alerta, las miradas de los extraños... el miedo se apodera de ti. El mismo que tenía el propio Chrane mientras cabalgaba entre las sombras del cementerio Sleepy Hollow.