Dicen que los gatos negros son brujas disfrazadas. Thomas no creía en supersticiones y menos cuando miraba a su precioso y enorme gato negro: Plutón. Los que le conocen afirman que, ya desde pequeño, Thomas parecía mostrar de cuando en cuando ciertos síntomas de enajenación mental. Tras su matrimonio y desde que aquel gato estaba en casa, el comportamiento de Thomas había empeorado: se había vuelto una persona irritable, malhumorada... Se enfadaba con su mujer y se estaba convirtiendo en un hombre agresivo.
El estallido de violencia tuvo lugar por culpa del alcohol y Thomas lo pagó con el gato negro. Los gritos se escucharon por todo el pueblo. Le había dejado sin un ojo. El gato pasó semanas sin parar de maullar. Un día llegó borracho como una cuba, con una soga en la mano... lentamente se acercó al gato... Thomas no se esperaba las terribles consecuencias que tendría aquel acto.