La generación de Mar Flores creció con la tele siempre puesta en casa. La tele era un lugar feliz donde todo el mundo reía, bailaba y era bellísimo. La tele era la solución a todos los problemas. Un día, Mar iba caminando con una amiga por un centro comercial y les ofrecieron apuntarse a un concurso de modelos. Mar ganó. El premio era un viaje a París. El premio era salir de Usera. Y Mar, una vez probó la espuma de la vida, no se volvería a conformar con el agua del grifo.