En verano de 2014 aparecieron dos chicos muertos en un antiguo cementerio Londinense. Los dos en la misma posición y en el mismo lugar. Aquí no acaban las coincidencias, a ambos les encuentra la misma persona; una mujer que pasea a su perro.
La policía cierra el caso rápidamente con la conclusión de que son muertes accidentales. Pero ni son las primeras ni van a ser las últimas del asesino que no han detectado.
Esta es la historia de Stephen Port, el asesino de Grindr.