Decir "Te amo" es obligatorio en cualquier situación. Palabras vetadas como "ejem", "OK" y "ja, ja" y según qué emoticonos. Nada de rollos virtuales y planes, muchos planes que salgan de la rutina. Son algunos de los detalles más destacados del singular convenio matrimonial firmado por Endrick y Gabriely, su pareja, con la que recientemente se ha casado y con la que se obliga a cumplir esta serie de cláusulas por el bien de su vida conyugal so pena de sanción mensual.

Me pilla esto un poco mayor y sospecho que a Carlo Ancelotti, también, quien en la antesala de un derbi caliente como el del fin de semana en el Metropolitano en el que se entremezclan mayores entrañablemente enamorados del Atleti y mascarillas de la vergüenza va a obligar a firmar a su novel delantero otra cláusula, en este caso con su otro amor, el Real Madrid, por la que se comprometa a no tener nunca más el comportamiento que tuvo frente al Alavés y esa patada en la entrepierna que debería haberle impedido jugar el domingo.

La vida le ha dado una nueva oportunidad. Sin Mbappé y Brahim, con Camavinga recuperando a marchas forzadas y sin la opción clara de Modric como cuarto centrocampista, el ex del Palmeiras estará más cerca que nunca de la titularidad, aunque sospecho que Carletto lo prefiera como revulsivo si hay emergencia.

El técnico de Reggiolo ya había visto lo que todos los demás hemos visto esta semana. Que esos arrebatos sin balón de por medio se acumulan casi en la misma proporción que sus goles. Los videos con sus highlights no engañan. Por ejemplo, aquel enredo, también con patada de por medio a Cucurella, en el España-Brasil en el Bernabéu del mes de marzo. Ni una más, le han dicho.

En eso consiste la adaptación. Del mismo modo que ayer le dijo a Bellingham que se ponga las pilas con el castellano jugando a la PlayStation, Endrick tiene que ponérselas con el autocontrol no vaya a ser que se firme el divorcio de forma prematura.