Pues todo hace indicar que a media mañana y de forma telemática, con un metafórico pulsado del botón nuclear, Pedro Rocha será elegido presidente de la Real Federación Española de Fútbol cerrando así un accidentado proceso electoral que tendrá un nuevo capítulo recién entrado el próximo otoño. En realidad no es más que un acto protocolario al hecho de quitarle el adjetivo provisional que portaba después de la precipitada salida de Rubiales a quien le espera un largo camino por recorrer en los juzgados.

Ayer hubo cumbre en el CSD donde se tomó café y poco más, quizá contagiados por ese periodo de meditación en el que nos ha metido el presidente del Gobierno y que parece impidió la toma de alguna decisión más contundente tal y como demandaba el personal aún a sabiendas del difícil encaje jurídico.

Por tanto estamos ante un "ni contigo, ni sin ti" de manual. Nadie dice querer a Rocha. Bueno, los que reparten avales sí que lo quieren porque se los dieron prácticamente todos al presidente de la Territorial Extremeña puesto a dedo por Rubiales y que silba cuando le preguntan si andaba al corriente de las presuntas corruptelas federativas.

Pero Rocha es necesario para que Uefa y Fifa no se enfaden. Pero no porque Ceferin o Infantino estén enamorados de su gestión, que tampoco ha tenido tiempo para hacer cosa buena o mala. Sencillamente a los organismos del fútbol no les gusta que la política meta las zarpas en sus asuntos y guardan una distancia prudencial bajo amenaza de castigo mayor, como podría ser el caso que nos ocupa, de que, por ejemplo el Real Madrid no jugase la próxima Champions y que Casablanca, escrito todo junto, tenga mayor peso que la Casa Blanca, escrito separado, en el reparto de partidos de ese Mundial de 2030 que comenzó a construirse como un invento español y del que vamos a acabar por ser una triste sucursal de Marruecos.

A la espera del imprescindible recurso de Miguel Galán, una realidad terrible resume la situación: la Federación ha seguido funcionando sin medio organigrama. Que se lo hagan mirar.