Si Endrick es Pelé, Lamine Yamal bien puede ser Alfredo Di Stéfano. En realidad ninguno de los dos será tal cosa. Dudo que superen a sus referentes, pero en caso de conseguirlo no parece que puedan asemejarse por características a dos de los grandes iconos de la historia del fútbol mundial.

No se muy bien donde comenzó esta estúpida espiral comparativa. Pasamos el tiempo necesitando segundas partes en lugar de descubrir nuevos y diferentes talentos. Ansiamos al nuevo Messi, el nuevo Zidane o el nuevo del equipo y puesto que sea. Mientras eso sucede la vida y el fútbol nos han regalado a dos diecisieteañeros, cuyos padres tienen que firmar una autorización para que puedan ser convocados por sus respectivas selecciones.

Yamal es un auténtico pepino con un montón de registros que arrancó en territorio local ayer, pero enemigo siempre, una atronadora ovación, del estilo de la que se llevó Ronaldinho por el añorado "hombre del bigote", de esas que anhela Vinicius, por quien se montó el partido, en muchos campos de LaLiga y que no consigue.

A Endrick algún trastornado ha decido compararlo con Pelé como si ya no tuviese la suficiente presión con recalar en el Madrid en edad de Youth League. Tiene cara de niño y muslos de Roberto Carlos con estética vintage aportada por la zamarra por dentro del pantalón. Aparentemente de menos recursos técnicos que Yamal, su idilio con el gol es absoluto. Antes de romper a sudar en dos catedrales como Wembley y el Bernabéu ya había hecho sus deberes.

Son dos jugadores con estrella, que entran por los ojos y aunque defiendan camisetas rivales, parece tarea difícil no sentir admiración por ellos.

Es evidente que aún no le corresponde este momento, Mbappé, por ejemplo, en su plenitud les saca casi una década, y eso es en lo que se están empeñando en prometernos, una década prodigiosa.



Ni Pelé, ni Di Stefano. Ni siquiera el Messi versus Cristiano de anteayer. Ya están aquí Yamal y Endrick, las estrellas que nos han hecho viejos sin darnos cuenta.

Si Endrick es Pelé, Lamine Yamal bien puede ser Alfredo Di Stéfano. En realidad ninguno de los dos será tal cosa. Dudo que superen a sus referentes, pero en caso de conseguirlo no parece que puedan asemejarse por características a dos de los grandes iconos de la historia del fútbol mundial.
No se muy bien donde comenzó esta estúpida espiral comparativa. Pasamos el tiempo necesitando segundas partes en lugar de descubrir nuevos y diferentes talentos. Ansiamos al nuevo Messi, el nuevo Zidane o el nuevo del equipo y puesto que sea. Mientras eso sucede la vida y el fútbol nos han regalado a dos diecisieteañeros, cuyos padres tienen que firmar una autorización para que puedan ser convocados por sus respectivas selecciones.
Yamal es un auténtico pepino con un montón de registros que arrancó en territorio local ayer, pero enemigo siempre, una atronadora ovación, del estilo de la que se llevó Ronaldinho por el añorado "hombre del bigote", de esas que anhela Vinicius, por quien se montó el partido, en muchos campos de LaLiga y que no consigue.
A Endrick algún trastornado ha decido compararlo con Pelé como si ya no tuviese la suficiente presión con recalar en el Madrid en edad de Youth League. Tiene cara de niño y muslos de Roberto Carlos con estética vintage aportada por la zamarra por dentro del pantalón. Aparentemente de menos recursos técnicos que Yamal, su idilio con el gol es absoluto. Antes de romper a sudar en dos catedrales como Wembley y el Bernabéu ya había hecho sus deberes.
Son dos jugadores con estrella, que entran por los ojos y aunque defiendan camisetas rivales, parece tarea difícil no sentir admiración por ellos.
Es evidente que aún no le corresponde este momento, Mbappé, por ejemplo, en su plenitud les saca casi una década, y eso es en lo que se están empeñando en prometernos, una década prodigiosa.
 
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Desde las 7 de la mañana, Raúl Varela te desgrana toda la actualidad del deporte con la Tertulia La Tribu como plato estrella desde las 8.30.  Información, debate, análisis y entrevistas en Radio MARCA

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