Luis Enrique fue el ninot indultat de la cremá de unas fallas capaces de sobrevivir a un calendario alterado y donde una media luna musulmana se salvó de la quema para darle fuego a la polémica.
Ya se sabe, en este país puede arder (figuradamente) el Rey, la bandera, periodistas y personajes públicos varios pero según que símbolos mejor meterlos en una furgoneta. 
Cerrado el paréntesis lo que tuvo que arder, también figuradamente, fue el móvil de Luis Enrique. Suponemos que smartphone moderno, aunque de número antiguo según dijo. Sin WhatsApp pero con Telegram, aplicación de mensajería puesta de moda por su mayor privacidad. Seguro que llegaron mensajes a cascoporro de todos los convencidos de su método. En una noche de mucho calor y agradecida e inesperada lluvia España se hidrató a base de agua de Valencia, bebida isotónica que me lleva a tiempos universitarios justo cuando soplaba velas de cumpleaños como Gayá, Soler, o Ferrán, valencianos y valencianistas que finiquitaron en media hora a Georgia.
A Luis Enrique nadie le dijo nada. Tampoco enseñó ningún dedo de forma grosera. No retó, ni señaló, ni reprochó nada a nadie. Fue una noche plácida para su psicólogo, último cargo en incorporarse a la categoría de profesiones de riesgo.
España no está peor que Francia, defensora del título, Portugal o Italia, las dos úñtimas campeonas de Europa. Pero no está mejor que Serbia, Suecia o Suiza, estas dos ultimas rivales a los que no conseguimos batir en la Euro.
Jugamos como entrenamos y entrenamos como nuestro entrenador. El mismo que te riñe por no recibir llamadas que nunca contesta.

Luis Enrique fue el ninot indultat de la crem&aacute; de unas fallas capaces de sobrevivir a un calendario alterado y donde una media luna musulmana se salv&oacute; de la quema para darle fuego a la pol&eacute;mica. Ya se sabe, en este pa&iacute;s puede arder (figuradamente) el Rey, la bandera, periodistas y personajes p&uacute;blicos varios pero seg&uacute;n que s&iacute;mbolos mejor meterlos en una furgoneta.&nbsp; Cerrado el par&eacute;ntesis lo que tuvo que arder, tambi&eacute;n figuradamente, fue el m&oacute;vil de Luis Enrique. Suponemos que smartphone moderno, aunque de n&uacute;mero antiguo seg&uacute;n dijo. Sin WhatsApp pero con Telegram, aplicaci&oacute;n de mensajer&iacute;a puesta de moda por su mayor privacidad. Seguro que llegaron mensajes a cascoporro de todos los convencidos de su m&eacute;todo. En una noche de mucho calor y agradecida e inesperada lluvia Espa&ntilde;a se hidrat&oacute; a base de agua de Valencia, bebida isot&oacute;nica que me lleva a tiempos universitarios justo cuando soplaba velas de cumplea&ntilde;os como Gay&aacute;, Soler, o Ferr&aacute;n, valencianos y valencianistas que finiquitaron en media hora a Georgia. A Luis Enrique nadie le dijo nada. Tampoco ense&ntilde;&oacute; ning&uacute;n dedo de forma grosera. No ret&oacute;, ni se&ntilde;al&oacute;, ni reproch&oacute; nada a nadie. Fue una noche pl&aacute;cida para su psic&oacute;logo, &uacute;ltimo cargo en incorporarse a la categor&iacute;a de profesiones de riesgo. Espa&ntilde;a no est&aacute; peor que Francia, defensora del t&iacute;tulo, Portugal o Italia, las dos &uacute;&ntilde;timas campeonas de Europa. Pero no est&aacute; mejor que Serbia, Suecia o Suiza, estas dos ultimas rivales a los que no conseguimos batir en la Euro. Jugamos como entrenamos y entrenamos como nuestro entrenador. El mismo que te ri&ntilde;e por no recibir llamadas que nunca contesta.

Desde las 7 de la mañana, Raúl Varela te desgrana toda la actualidad del deporte con la Tertulia La Tribu como plato estrella desde las 8.30.  Información, debate, análisis y entrevistas en Radio MARCA

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