No cabe otra explicación. Ayer, de hecho, protagonizó en el WiZink Center un 3 en 1 histórico en la Euroliga. Recuperó 18 puntos de desventaja que tenía respecto a Partizán de Belgrado, por primera vez en la historia de la competición europea voltea un 2-0 en contra en una eliminatoria donde los cuatro primeros partidos se saldaron con victorias del equipo visitante, donde hubo una bochornosa pelea con sanciones y castigos varios, y donde los árbitros parecían de fútbol en lugar de baloncesto. No daban ni una.

Y, en última instancia, recupera credibilidad para una proyecto que vino de nalgas con la inesperada, injustificada e inmerecida salida del banquillo de Pablo Laso. Espera el Barça en la Final Four de Kaunas.



Está claro que hay gente que necesita el riesgo para vivir. Hay quien se lanza en paracaídas, quien esquía por pistas imposibles, quien nada entre tiburones y también quién pierde de forma estrepitosa para ganar a continuación de forma imperial y vivir una experiencia casi mística.

El Madrid se ha convertido en una marca al margen del deporte. Ha abandonado la ortodoxia del fútbol y del basket para realizar un último milagro: convertir en rutina un milagro, algo que, por definición, debería producirse una vez en la vida.



No todo es corazón, obviamente. No todo es fe inquebrantable y todos esos conceptos relacionados con lo irracional, también hay mucho trabajo detrás. Alineadores como Ancelotti o entrenadores de perfil bajo como Chus Mateo, de repente, sorprenden a eruditos como Guardiola o Zeljko Obradovic, rey de la Euroliga, con matices tácticos que nadie espera y nadie responde. Hay que reconocérselo.

También hay jugadores de nivel. De nivel excepcional que en la mayor parte de las ocasiones están fuera del relato oficialista que coloca a medianías en los puestos punteros de las clasificaciones individuales hasta que el meme de Vinicius, Camavinga, o Llull y Chacho, ambos más acabados que las maracas de Machín pelean por la 15 y 11 respectivamente. Un ejemplo de valores salvo que Iván Ferreiro diga lo contrario.

No cabe otra explicación. Ayer, de hecho, protagonizó en el WiZink Center un 3 en 1 histórico en la Euroliga. Recuperó 18 puntos de desventaja que tenía respecto a Partizán de Belgrado, por primera vez en la historia de la competición europea voltea un 2-0 en contra en una eliminatoria donde los cuatro primeros partidos se saldaron con victorias del equipo visitante, donde hubo una bochornosa pelea con sanciones y castigos varios, y donde los árbitros parecían de fútbol en lugar de baloncesto. No daban ni una.
Y, en última instancia, recupera credibilidad para una proyecto que vino de nalgas con la inesperada, injustificada e inmerecida salida del banquillo de Pablo Laso. Espera el Barça en la Final Four de Kaunas.
 
Está claro que hay gente que necesita el riesgo para vivir. Hay quien se lanza en paracaídas, quien esquía por pistas imposibles, quien nada entre tiburones y también quién pierde de forma estrepitosa para ganar a continuación de forma imperial y vivir una experiencia casi mística.
El Madrid se ha convertido en una marca al margen del deporte. Ha abandonado la ortodoxia del fútbol y del basket para realizar un último milagro: convertir en rutina un milagro, algo que, por definición, debería producirse una vez en la vida.
 
No todo es corazón, obviamente. No todo es fe inquebrantable y todos esos conceptos relacionados con lo irracional, también hay mucho trabajo detrás. Alineadores como Ancelotti o entrenadores de perfil bajo como Chus Mateo, de repente, sorprenden a eruditos como Guardiola o Zeljko Obradovic, rey de la Euroliga, con matices tácticos que nadie espera y nadie responde. Hay que reconocérselo.
También hay jugadores de nivel. De nivel excepcional que en la mayor parte de las ocasiones están fuera del relato oficialista que coloca a medianías en los puestos punteros de las clasificaciones individuales hasta que el meme de Vinicius, Camavinga, o Llull y Chacho, ambos más acabados que las maracas de Machín pelean por la 15 y 11 respectivamente. Un ejemplo de valores salvo que Iván Ferreiro diga lo contrario.

Desde las 7 de la mañana, Raúl Varela te desgrana toda la actualidad del deporte con la Tertulia La Tribu como plato estrella desde las 8.30.  Información, debate, análisis y entrevistas en Radio MARCA

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