Tres certezas y una duda. Este es el balance numérico que arrojó un miércoles como el de ayer en el que afortunadamente no repetimos como un mantra el 20 de abril de Celtas Cortos, esa banda a la que en una final de Copa del Rey no se le ocurrió mejor cosa que poner colofón a su show de la previa con un "Viva la República".

Chascarrillos al margen, de los que no le gustan al presidente de la RFEF, la primera certeza por orden cronológico fue que, precisamente el señor Rubiales, mi relación no alcanza para tutearle como Rubi, es de Motril y a mucha honra. Eso nos quedó meridianamente claro.

Bastante más que un hipotético saco de la coca que no se muy bien que pintaba en el escenario.

Luego llegó, por fin, otro golito de Sergio Ramos con la camiseta del PSG y que por un instante le daba el título liguero a los parisinos. Terminó por ganar Marsella y se quedaron sin alirón que llegará quizás la próxima semana. Pero es certeza, otra vez, que medio cojo Ramos sigue siendo el mejor defensa de nuestro país.

La noche, fresca y lluviosa en el envidiable y premiado El Sadar, concluyó con otra gran actuación del Real Madrid. Tercera certeza.

De tanto hablar que tenía tres salidas delicadas, Sevilla, Pamplona y Wanda, llegamos a pensar que el título peligraba. Ganó con autoridad y jerarquía como ocurrió en el Pizjuán y, ahora, de todas las combinaciones posibles hay una que le sitúa como campeón incluso antes de empezar el partido en el Metropolitano.

Y mucho me temo que hablaremos del pasillo. De sí lo debe hacer el Atleti y si lo debe recibir el Madrid. Acabará por convertirse en una excusa para la polémica y la pérdida de señorío.

Todos babeamos con el público de Anfield cantando a Cristiano que nunca caminará solo en una desgracia personal como la que le ha tocado vivir. Eso es un público que sabe estar en su sitio. Ahora nos toca a nosotros, a los del Madrid y a los del Atleti estar en el nuestro. Saber hacerlo con deportividad y saber recibirlo con generosidad. Es una cuestión de honor, nunca un arma arrojadiza.

Si llega el caso matemático, que está por ver, convocamos desde ya el pasillo de la concordia. No cuesta nada. No se paga comisión.

Tres certezas y una duda. Este es el balance num&eacute;rico que arroj&oacute; un mi&eacute;rcoles como el de ayer en el que afortunadamente no repetimos como un mantra el 20 de abril de Celtas Cortos, esa banda a la que en una final de Copa del Rey no se le ocurri&oacute; mejor cosa que poner colof&oacute;n a su show de la previa con un "Viva la Rep&uacute;blica".
Chascarrillos al margen, de los que no le gustan al presidente de la RFEF, la primera certeza por orden cronol&oacute;gico fue que, precisamente el se&ntilde;or Rubiales, mi relaci&oacute;n no alcanza para tutearle como Rubi, es de Motril y a mucha honra. Eso nos qued&oacute; meridianamente claro.
Bastante m&aacute;s que un hipot&eacute;tico saco de la coca que no se muy bien que pintaba en el escenario.
Luego lleg&oacute;, por fin, otro golito de Sergio Ramos con la camiseta del PSG y que por un instante le daba el t&iacute;tulo liguero a los parisinos. Termin&oacute; por ganar Marsella y se quedaron sin alir&oacute;n que llegar&aacute; quiz&aacute;s la pr&oacute;xima semana. Pero es certeza, otra vez, que medio cojo Ramos sigue siendo el mejor defensa de nuestro pa&iacute;s.
La noche, fresca y lluviosa en el envidiable y premiado El Sadar, concluy&oacute; con otra gran actuaci&oacute;n del Real Madrid. Tercera certeza.
De tanto hablar que ten&iacute;a tres salidas delicadas, Sevilla, Pamplona y Wanda, llegamos a pensar que el t&iacute;tulo peligraba. Gan&oacute; con autoridad y jerarqu&iacute;a como ocurri&oacute; en el Pizju&aacute;n y, ahora, de todas las combinaciones posibles hay una que le sit&uacute;a como campe&oacute;n incluso antes de empezar el partido en el Metropolitano.
Y mucho me temo que hablaremos del pasillo. De s&iacute; lo debe hacer el Atleti y si lo debe recibir el Madrid. Acabar&aacute; por convertirse en una excusa para la pol&eacute;mica y la p&eacute;rdida de se&ntilde;or&iacute;o.
Todos babeamos con el p&uacute;blico de Anfield cantando a Cristiano que nunca caminar&aacute; solo en una desgracia personal como la que le ha tocado vivir. Eso es un p&uacute;blico que sabe estar en su sitio. Ahora nos toca a nosotros, a los del Madrid y a los del Atleti estar en el nuestro. Saber hacerlo con deportividad y saber recibirlo con generosidad. Es una cuesti&oacute;n de honor, nunca un arma arrojadiza.
Si llega el caso matem&aacute;tico, que est&aacute; por ver, convocamos desde ya el pasillo de la concordia. No cuesta nada. No se paga comisi&oacute;n.

Desde las 7 de la mañana, Raúl Varela te desgrana toda la actualidad del deporte con La Tribu como plato estrella desde las 8.30.  Información, debate, análisis y entrevistas en Radio MARCA

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