Xavi Hernández le ha dado la vuelta a una situación compleja. Allá por el mes de enero, cuando enseñaba la bandera blanca y pedía clemencia, nadie podía imaginar una noche en el Olímpico, a 90 minutos de estar en semifinales y con un gol de renta.

Hoy el debate está en el ambiente. El palo de Luis Enrique sobre quién representaba más el estilo del Barcelona mete en un pequeño embrollo mental a Hernández. Juntar a Pedri, Gundogan y De Jong, que es lo que parece que hará Xavi, es muy estimulante. Tener el balón, controlar el tempo del duelo y mandar, no ser mandado.

Sobre el papel, queda perfecto pero en frente estarán tres tipos muy físicos, capaces de robar y correr, y llevarse por físico a un centro del campo muy preciosista. Luis Enrique ya amenaza con correr y quizá sea el momento de darle la razón al asturiano... y ganar. Ganar los dos partidos y ante Lucho, parece complicado. El del discurso y el del balón son incompatibles.

Con Mbappe corriendo, Dembele rabioso, Vitinha o Zire - Emery en la parcela ancha... un chupito de Simeone nunca sobra.