Vinicius es el jugador más desequilibrante del Real Madrid. Es un titular que hoy, 11 de diciembre, todos entendemos como normal, pero que hace un par de meses sonaba a locura. Mbappe está bien, creciendo, pero Vini vuela. No tiene mucho sentido negarlo, ni negarle un cartel que se ha ganado a pulso, pero el Real Madrid hoy, es más de Bellingham que del brasileño.
El centrocampista inglés sumó en Bérgamo su sexto gol en los últimos siete partidos, una racha que recuerda a la del año pasado y que demuestra que se puede ser una estrella bajándose al barro, sudando, corriendo por el compañero y peleando por cada balón. Este Madrid será siempre el de Mbappé o el de Vini, pero la mejoría de los blancos solo se puede explicar a través de la mejora de un Jude que marca y corre, asiste y pelea. Esa famosa implicación que pedía Ancelotti, que todos escuchamos, y a la que muy pocos en el vestuario hicieron caso.
Bellingham es la B de un coche que rueda al ritmo del inglés. El Real Madrid juega a su ritmo y aunque Vini o Kylian sean los de las portadas, el que hace rodar a este coche, que parece cada vez más cerca de volar en el asfalto es Jude, la única estrella que se mancha el culo de barro mezclando a la perfección su clase de superestrella, y la humildad de saber que la foto siempre será para otro.