La Latina, la Mandrágora, La Calle Melancolía, si Sabina es poeta será, quizás, porque las calles que frecuentaba le gritaban, con sus nombres, que lo fuera. El compositor recuerda las primeras ediciones de Lorca o Alberti que se vendían a tres euros en el Rastro. Benjamín Prado, sin embargo, al vivir en el extrarradio elegía, concienzuda y castizamente, el Madrid que quería visitar.