Preparen las cámaras de foto y, sobre todo, preparen sus… mirada. Llegamos, además, en el mejor momento, al atardecer, con el sol tiñendo de ocre esa enorme dentadura de edificios solemnes y bellos como un réquiem. Justo ahora se estarán prendiendo las candilejas de los teatros, que son las velas que iluminan Madrid, y los neones empiezan a dibujar sus líneas futuristas en la antesala de la noche.
No es posible captar la magia de esta calle con un puñado de letras, nadie lo ha hecho ni lo hará nunca y mucho menos yo. Porque la Gran vía hay que sentirla, vivirla y ¿por qué no? escucharla... atentos que nos bajamos en esta parada de Metro.